@BarbaraCabrera
Comienza un nuevo día, leo las noticias diarias y llego a una conclusión: estar al pendiente de cuanto dice la clase gobernante me he puesto a pensar que detrás de ellos, sin duda, hay todo un staff que les ayuda a estructurar sus líneas discursivas y que tu y yo pagamos con nuestros impuestos. Imagino un grupo reunido en torno a una mesa de trabajo o tras el escritorio; o tal vez en una café… adornando con palabras rimbombantes y grandilocuentes el discurso de tal o cual ocasión; ello para quedar bien con el jefe en turno.
¡Ah!, en estos momentos como recuerdo la palabra demagogia, cuyas dos acepciones de la Real Academia Española son aplicables a lo que aquí se escribe, veamos:
1. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
2. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.
Analizando lo anterior, nos damos cuenta de la descomposición política que vive el país. En este orden de ideas, es que hay que ser creativos, buscar nuevas maneras para dejar atrás esquemas anquilosados que nada aportan a la vida democrática del país.
Los ciudadanos ya estamos cansados de los discursos “lucidores”, de esa palestra donde brillan y se “candidatean” los que dirigirán, aún en contra de algunos de nosotros, los destinos del país.
Hay que pasar de los hechos, a las propuestas, y de éstas a los resultados… por ejemplo, imaginemos los discursos políticos en sólo 140 caracteres. ¿Qué pasaría entonces?, Pues las televisoras temblarían porque twitter sigue siendo una Red Social con un alcance impresionante y sobre todo es gratuita. Luego entonces, los dividendos y los intere$e$ cambiarían sin duda; y todo esto se lograría con tu participación y con el poder de la ciudadanía. ¿Verdad que se podría?. Suena atractivo.
Invito a terminar con las perversidades discursivas, con esas disertaciones de políticos demagógicos que nada, absolutamente nada aportan al país (bueno si contribuyen a algo: un bostezo colectivo).
Porque la perversidad es algo sumamente malo, que causa daño intencionadamente, que corrompe las costumbres o el orden y estado habitual de las cosas.
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!