@BarbaraCabrera
“(…) Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna para cuando te ahogues,
y dale la llave a la luna a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas”
Jaime Sabines
“El café, néctar de dioses ha de ser,
ardiente como tus besos, negro como tus cabellos,
tan puro como tu alma, tan dulce como tus besos”
En este viernes de relax, donde la mayoría comienza a disfrutar de un necesario descanso después de una ardua semana laboral, abordaré dos aspectos apasionantes: la luna y el café. El café y la luna. Y si los conjuntamos obtenemos una mezcla cuasi perfecta de enigma e inspiración constante.
¿Por donde comenzar? Por este o aquella. Da igual. Ambas serán motivo para compartir y para soñar en esta Nornilandia. Digamos que no hay orden de prelación.
La luna ha encantado a la humanidad a través de las épocas. Y es que a la luz de ésta podemos crear, soñar, fantasear, divagar, imaginar mil escenarios posibles donde somos protagonistas.
La luna nos transporta a otros mundos, todos imaginarios; pero al fin y al cabo nos invita esencialmente a maravillarnos al observarla.
¿Qué sentimientos nos inspira este satélite natural? Me atreveré a enumerar unos cuantos, les pido me ayuden a completar esta lista: amor, esperanza, melancolía, alegría, Además, deseo de lograr nuestras metas y de incluso tener el valor de vencer el miedo que en ocasiones nos invade. Más efectos que la dosis de luna puede ejercer sobre nosotros consisten en arranques de locura de la buena. Nos ayuda también a disfrutar la soledad y pasar un necesario momento a solas para reflexionar.
Vamos a la otra parte; la cafeína y para hablar de ella, necesariamente hay que referirse al café que es apreciado como un alimento consumido frecuentemente como bebida que se obtiene por infusión a partir de frutos y semillas del cafeto, ésta bebida contiene precisamente una sustancia estimulante llamada cafeína.
¿Quién de nosotros no se ha deleitado con una humeante taza con café? Alrededor de esta bebida nos reunimos con los amigos, con el ser amado; además de que en ocasiones, suele ser la culpable de nuestros desvelos. Nos ayuda a despertar de una manera distinta. Lo acompañamos, leyendo las noticias del día; con la lectura de un buen libro; en una tarde lluviosa; en la oficina durante un trabajo mecánico o intelectual… en fin, existen mil formas de disfrutar y compartirlo.
¿Qué pasa entonces si conjuntamos ambos elementos: luna y cafeína? Logramos un torrente de enigma, misterioso y adicción.
Y finalizo mi Nornilandia de hoy con una frase del entrañable Ernesto El Che Guevara de la Serna: “Si no hay café para todos, no habrá para nadie”
¡Nos leemos la próxima!