@BarbaraCabrera
Acusado por Melito y Agatón, de corromper a la juventud y de negar la existencia de los Dioses, Sócrates se defiende, pero nunca emplea argumentos contrarios a la razón. Niega las acusaciones y afirma que, de ser absuelto, continuará su enseñanza.
Cuando se le informó de su condena a muerte, este hombre, el más modesto de los atenienses, elevó una vez más su voz, confiando en el juicio de la posteridad y contestó a sus jueces como sigue: “La pena que pides para mí es, a lo que entiendo, la muerte. Muy bien, y ¿y cuál voy a pedir para voz yo, atenienses? Tiene que ser ¿no es cierto? la que merezco. Bien, entonces ¿qué es lo que merezco recibir o pagar porque escogí no permanecer tranquilo toda mi vida y por no haberme cuidado de lo que la mayoría de los hombres ansían -hacer dinero, asuntos personales, ser caudillo en la guerra, ser orador y todas las magistraturas y asociaciones y facciones del Estado- considerándome demasiado honesto para medrar por medios indignos? Así, me mantuve apartado de todo eso; no hubiese sido útil ni para vosotros ni para mí, y por ellos me dediqué a ver privadamente a cada uno de los hombres y a prestarle el máximo servicio que podía prestarle -tal como yo lo entiendo-, tratando de persuadir a cada uno de vosotros de que no pensara en lo que tenía, sino en lo que era, haciéndole sabio y bueno, y de que no considerase lo que la república tenía, sino lo que era, y así sucesivamente con las demás cosas del mundo. En consecuencia Sócrates pide a sus jueces, no la pena de muerte, sino un puesto en el Pritáneo (edificio que servia en Atenas para diferentes usos, en especial para la Administración de la Justicia).
No tengo ningún resentimiento contra mis acusadores ni contra los que me han condenado, aun cuando no haya sido su intención hacerme bien, sino, por el contrario, un mal, lo que sería motivo para quejarme de ellos. Pero sólo una gracia tengo que pedirles. Cuando mis hijos sean mayores, os suplico los hostiguéis, los atormentéis como yo he atormentado a vosotros, si veis que prefieren la riqueza a la verdad y que se creen algo cuando no son nada; no dejéis de sacarlos a la vergüenza sino se aplican a lo que deben aplicarse y creen ser lo que no son; porque así es como yo he obrado con vosotros. Si me concedéis esta gracia, lo mismo yo que mis hijos no podemos menos que alabar vuestra justicia”.