28 feb 2012

¿RADIOGRAFÍA LEGISLATIVA?

@BarbaraCabrera

“¡Oh legislador! No me des leyes para los pueblos, sino pueblos para las leyes”
Pitágoras de Samos

¿Porque el ciudadano común considera que el legislador- llámese diputado o senador- no hace nada?, ¿porqué se piensa que solo va a dormir a la curul o a levantar la mano? O ¿porque en el menor de los males cuando va a debatir piensa que se van a pelear? Hay tantos porqués y las respuestas son variadas; entre ellas está el vergonzoso pasado -que pugnamos porque no vuelva a repetirse- donde existían diputados o senadores que sólo iban a dormir a la curul o a levantar la mano, actualmente esa práctica ya se esta erradicando; aunque por ahí quedan dos o tres cuya lógica parlamentaria se ciñe a escuchar una vocecita interior que les dice “tienes que obedecer”
En la medida que los intereses de la nación se han vuelto más plurales, la sociedad vota por esa diversidad; el Congreso, va cobrando un peso diferente, aunque a veces no se perciba así.
Antaño, el Ejecutivo, agradecía a los legisladores que le dieran en charola de plata, o en algunos casos de oro, el poder que originariamente le habían entregado los ciudadanos eligiéndolos; es decir, en ese modelo de partido hegemónico, el Legislativo rendía pleitesía al Ejecutivo; no cuestionaba, no preguntaba y, en consecuencia no le quedaba más que “dormir”, pues representaban los mismos intereses y no se contraponían; por tanto, no había necesidad de debatir. ¿Y los representados? ¡Muy bien gracias!
Hoy, las cosas han cambiado; el legislativo es más plural que nunca, en él están representadas diversidad de ideologías. Las condiciones del debate, el equilibrio de fuerzas y las votaciones son diferentes, pareciera que el legislativo reclama su papel original: el representativo. Discute y debate temas álgidos y controvertidos; en esta tesitura, es lógico que existan detractores de este nuevo ejercicio, tal es el caso de las empresas televisivas que se vieron afectadas en sus intereses con la reforma electoral; por ello iniciaron ataques mediáticos contra el Poder Legislativo, De ahí que la gente tome la información que le suministran los medios y la plantea como propia.
No obstante, ésta no una situación privativa de México; en diversas latitudes, el legislativo goza de poca confianza por parte de los ciudadanos. Registra un nivel bajo de confianza y aprobación respecto a las demás instituciones de gobierno y, en general, a la mayoría de las organizaciones asociadas con la política. Este fenómeno se presenta tanto en países con democracias consolidadas como en aquellos que transitan por procesos de cambio y consolidación democrática. ¿Entonces no tenemos nada de que preocuparnos? ¿Hay que conformarnos con aquello de que mal de muchos, consuelo de tontos? ¡Por supuesto que no! Tenemos una paradoja si hablamos de esa radiografía: mientras un porcentaje importante considera que el Poder Legislativo es una institución clave dentro del sistema democrático, se expresa desconfianza y desaprobación hacia los legisladores. ¿A que se debe esta situación? ¿Cambiará en algún momento?
Existen diversidad de estudios de opinión, auspiciados por organizaciones civiles y hasta por la propia Cámara de Diputados y proporcionan algunas respuestas a esas interrogantes, aquí un panorama general:
1) Los Diputados son vistos con recelo, puesto que se les califica como distantes, poco preocupados por las necesidades de los ciudadanos y, últimamente, conflictivos.
2) Existe un grado importante de confusión y desconocimiento sobre las facultades y funciones de los Diputados; para la mayor parte de los ciudadanos un legislador es un gestor de necesidades sociales.
3) Los ciudadanos coinciden en que este Poder tiene un papel central en la democracia mexicana; no obstante, señalan que sus decisiones no son del todo satisfactorias ni atienden a los intereses de la sociedad.
Ante este panorama, es trascendental que seamos nosotros los que cambiemos las formas, seamos más exigentes con nuestros representantes, dejemos de ser pasivos y de mano estirada para ver que recibimos como moneda de cambio.
¿Será que expresiones como  “no trabajan bien”; “faltan mucho y son flojos”; “se pelean” y “no se ponen de acuerdo” las dejemos para el anecdotario colectivo y no como una realidad constante y sonante? Por un México rescatado, trabajemos juntos para que la respuesta sea un contundente ¡Sí, se puede y se debe!

Es todo por hoy.

¡Nos leemos la próxima Nornilandia!