Dra. Bárbara Leonor Cabrera Pantoja | Entre letras, con mi café y a un tweet de distancia me encuentran como @_BarbaraCabrera
“El día primero de julio cumplimos
cinco años del triunfo de nuestro movimiento. Cinco años apenas de que
triunfamos, de ese día histórico primero de julio de 2018. Entonces vamos a
conmemorar ese día con un acto en el zócalo de la Ciudad de México. Invito a
todos porque fue el triunfo de todo un pueblo. Sólo en votación fueron 31
millones de votos, mujeres, hombres. Es la elección presidencial con más votos
en la historia. Por eso no se puede omitir una fecha así, es muy importante.
Por la tarde, a las 5 de la tarde, y fiesta porque estamos bien y de buenas,
los que andan de mal humor son otros. Pero nosotros sí vamos a festejar, sí, es
un festejo. ¿Algún invitado especial? sí, bastantes, todos los que lleguen”
Así lo dijo el Presidente Andrés
Manuel López Obrador
Hace 5 años
comenzó la transformación pacífica de México, por lo que el primero de julio de
2023 nos congregamos una vez más en el zócalo. En esta ocasión para celebrar 5
años del triunfo del pueblo. 5 años del arribo de la transformación liderada
por el Presidente López Obrador. Conmemoramos que se está llevando a cabo una
transformación profunda.
Dicho festejo
donde vitoreamos con júbilo los 5 años de la victoria de la llegada de la
Cuarta Transformación de la vida pública y con ella un cambio de régimen en
México; también es ocasión para celebrar a un líder y luchador social, de los
que nacen cada 100 años, el cual con sus cualidades –entre las que destacan la
honestidad, la perseverancia y su capacidad de resistencia-; ha logrado un
cambio verdadero, agitando los corazones y provocando una revolución de las
conciencias para empoderar al pueblo que durante tantas décadas estuvo sometido
y empobrecido por el antiguo y decadente régimen neoliberal.
No hubiésemos
llegado a este momento estelar de la historia contemporánea de México si López
Obrador no hubiese luchado por más de tres décadas para lograr la
transformación, con el acompañamiento de aquellos que ahora estamos
empoderados: el pueblo soberano.
Sin duda Andrés
Manuel consiguió cambiar el mapa político mexicano e influido considerablemente
en el escenario latinoamericano, al ser punta de lanza de la segunda ola de
gobiernos progresistas. Asociado a ello, se mantiene como el segundo Presidente
mejor evaluado a nivel mundial, tal como lo revela Morning Consult, en su estudio más reciente.
Y parafraseando
a Andrés Manuel, para los jóvenes, comparto algunos datos acerca de cómo
llegamos a este momento de la historia.
José Agustín
Ortiz Pinchetti en su libro AMLO con los
pies en la tierra destaca rasgos de López Obrador los cuales es importante
aludir. Uno de ellos es su tabasqueñidad. Ahí en su tierra y su agua, con
Carlos Pellicer como uno de sus maestros, se forjó su liderazgo y dio comienzo
su lucha social. Desde Los Chontales –pueblo descendiente de olmecas históricos
mestizados con mayas, que habría sufrido toda clase de despojos- hasta llegar a Palacio Nacional, AMLO –como se
le conoce- recorrió un arduo camino, acompañado del pueblo, así como de una
vida congruente y con principios sólidos.
La historia de
Andrés Manuel no es un conjunto de golpes de suerte; todo lo contrario, parece
obedecer a un propósito tenaz que va consolidándose conforme avanza.
Al frente del
Instituto Indigenista de Tabasco (INI), en 1977, llevó a cabo una labor
trascendental dedicada a los indígenas chontales. Recién casado con Rocío Beltrán
y con su hijo mayor muy pequeño decide irse a vivir junto a su familia a una
choza igual a la que habitaban los indígenas. Desde ahí puso en marcha sus
proyectos como Director de INI. Los cuales resultaron exitosos, tales como los
programas de vivienda y crédito a la palabra, inventó e hizo construir los
camellones chontales, una especie de chinampas parecidas a las de Xochimilco y
Tláhuac; creó canales que mediante filtración convirtieron las tierras en húmedas
parcelas cultivables; desarrolló un proyecto etnográfico audiovisual para
rescatar la música de percusión (tambores) de la comunidad; en suma, nos
confirma Ortiz Pinchetti, AMLO organizó y construyó su delegación con un
espíritu pragmático y apasionado. Al paso del tiempo se consolidó su liderazgo.
De acuerdo con los usos y costumbres indígenas, las familias lo iban a ver
diariamente a su casa a las cuatro de la mañana con peticiones y quejas.
En aquellos años
para hacer política solo había un camino: el PRI, fue así que Andrés Manuel
militó transitoriamente en dicho instituto político. Brevemente hablaré de
ello. En 1983 llegó a Tabasco Enrique González Pedrero, un intelectual
progresista designado como gobernador por dedazo de Miguel de la Madrid. No era
fácil transformar al PRI sin enemigo al frente, González Pedrero comprendió que
habría que modificarlo y escogió a Andrés Manuel para ejecutar el proyecto,
para ese entonces López Obrador tenía 30 años de edad. Se tomó muy en serio la
tarea y con sus ideas llevó a cabo una verdadera revolución en la amazonia política
de Tabasco. Los priistas de cepa se inconformaron ante el gobernador, decían
que Andrés Manuel era un agitador comunista de instintos cubanos que atentaba
contra una institución con un orden natural y ellos no lo iban a aceptar. AMLO
renunció en 1983 y de inmediato González Pedrero lo nombró oficial mayor de su
gobierno. Fue una manera de querer controlarlo, no obstante López Obrador
renunció sin haber tomado posesión. Ese fue el efímero paso de AMLO por el PRI,
para que se sepa.
Resumiendo lo
que le sigue. Vino su candidatura al gobierno de Tabasco por el Frente
Democrático, en la cual decidió competir a sabiendas de que no obtendría el
triunfo, pero lo hizo para abrir el camino de la alternancia y del cambio en su
natal Tabasco.
En palabras del
propio Andrés Manuel, rescatadas de su libro El poder en el trópico (2015: 745) “En 1988 me tocó tomar otra
decisión importante en mi vida. Acepté ser candidato del Frente Democrático
Nacional (FDN) a la gubernatura de mi estado. Se trataba de abrir brecha,
porque no había tradición opositora y, además, los cuatro partidos del Frente
tenían muy poca presencia y casi nada de organización en Tabasco. Implicaba
comenzar una etapa nueva en circunstancias complejas. Tabasco era un estado muy
corporativo donde todo giraba alrededor del poder público y no había cultura
democrática. Sabía que no ganaría la gubernatura, pero estaba convencido de la
necesidad de iniciar un trabajo de organización ciudadana para el futuro. Era
imprescindible crear un movimiento opositor. En ese entonces, en Tabasco no
había contrapeso alguno, los gobernadores eras amos y señores, y sin su
consentimiento no se movía una sola hoja del árbol de la política. Además,
imperaban la corrupción y otros vicios”
Las adversidades
que padeció AMLO no lograron aniquilarlo, por el contrario: reforzaron su
consistencia hasta convertirlo en figura nacional. Su misión vital fue tomando
forma y su capacidad de liderazgo se consolidó en circunstancias muy difíciles.
Llevó a cabo un
par de éxodos por la democracia, lidero la defensa por el petróleo y salió a la
calle a levantar a voz contra el Fobaproa.
Entra de lleno a
la política nacional siendo electo Jefe de Gobierno del Distrito Federal, estableciendo
un estilo personal de gobernar; uno donde se pone el poder al servicio del
pueblo.
Desde esta
posición continúo recibiendo la ofensiva de sus malquerientes y detractores; de
esa élite oligárquica que no quería soltar el poder para llenar sus cuentas
bancarias a costa de saquear al pueblo. En esas circunstancias llegó la
ofensiva mayor con el desafuero auspiciado por quien entonces ostentaba el
cargo de titular del Poder Ejecutivo y vivía en Los Pinos, me refiero a Vicente
Fox. Lo desafueran en 2005. Le siguen la marcha del silencio y el resto es
historia reciente, la cual incluye fraudes electorales orquestados para no
permitir que llegara a la Presidencia de la República. En todo momento, Andrés
Manuel fue consecuente y llamó a la movilización sin violencia. Recordamos de
aquellos días el plantón en reforma, así como su Gobierno Legítimo, además del
llamado al “voto por voto; casilla por casilla”.
Jorge Gómez
Naredo en su libro La lucha continúa
afirma que la victoria de Andrés Manuel López Obrador se pospuso 12 años. Doce
años que resultaron ser una tragedia para México.
La suya es una
victoria colectiva. Sin embargo, la victoria de Andrés Manuel también es la
victoria de un líder. De una persona que suele salir del molde común y que
influye en amplios sectores, ya sea porque organiza o porque inspira o porque
atrae.
Andrés Manuel
López Obrador es un político que se sale del paradigma del político tradicional
mexicano. De ahí proviene su éxito y también el odio que despierta en mucha
gente.
En 2006, cuando
le robaron la presidencia, AMLO comenzó a recorrer por tierra todo el país.
Andrés Manuel ha visitado varias veces todos los municipios del país.
No, López
Obrador no es producto del marketing,
sino del barrio, del pueblo. De las suelas de los zapatos gastadas.
Su liderazgo es
uno de los más radicalmente honestos y reales que ha habido en el país. Es un
liderazgo que viene desde abajo y que se ha construido con los de abajo. Con la
gente. Con el pueblo. Es un liderazgo que ha recorrido miles de kilómetros, que
se ha ensuciado los zapatos, que ha requerido miles de minutos en contacto con
el pueblo, hablando con él, acompañándolo. Eso hace a Andrés Manuel un líder
distinto, de esos que no suelen verse en el país.
En síntesis,
Andrés Manuel ha luchado toda su vida por ideales para transformar al país que
ama y que ha recorrido a ras de tierra. Dicha situación se engloba en una de
sus máximas que hasta este momento de la historia lo acompañan: “El poder solo
tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás”
Andrés Manuel
López Obrador me atrevo a decir, es el único político que conoce el México
profundo. Y actualmente, desde la Presidencia de la República, trabaja
incansablemente para saldar las deudas históricas con aquellos que menos
tienen. Por el bien de todos, primero los pobres.
Y se
preguntarán, ¿qué tan congruente es con su actuar y sus principios? Veamos un
ejemplo palpable. En su libro Un proyecto
Alternativo de Nación, López Obrador exponía lo siguiente:
“Como he dicho
en otras ocasiones, sea quien sea el candidato de mi partido a la Presidencia
en 2006, considero primordial definir con claridad un proyecto alternativo de
nación, acorde con los intereses del pueblo, visionario y realista. Yo tengo
una propuesta que contiene veinte puntos básicos y la doy a conocer con la
mayor honestidad y buena fe. Es fruto de mi trato continuo con la gente y de mi
experiencia como Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Ésta es la
propuesta de quien no pretende poseer el monopolio de la verdad y que, por
tanto, no aspira a manejar soluciones absolutas. Por eso la someto a la
consideración de los mexicanos para que la estudien con todo cuidado y nos
hagan saber a tiempo qué debe incluirse, modificarse o suprimirse.
Estoy convencido
de que este proyecto se enriquecerá significativamente con las observaciones de
mis conciudadanos y las indispensables aportaciones de su experiencia concreta.
Así, cuando llegue el momento, dejará de ser una propuesta y se convertirá en
un programa para la transformación y el engrandecimiento de México”
El momento de
hacer realidad el Proyecto Alternativo de Nación llegó en 2018: un fraude
electoral después –el de 2006- fraguado por el “haiga sido como haiga sido” de
Felipe Calderón y de la ominosa compra de la presidencia cortesía de Enrique
Peña Nieto, en 2012. Y en este arduo camino, Andrés Manuel no desistió. Se
mantuvo firme de mano del pueblo. Las razones, las expone en su libro No decir adiós a la esperanza (2012)
donde hacía alusión a la importancia de no claudicar. Palabras que en
retrospectiva resulta una lección de vida, de congruencia y liderazgo. Y
sostenía que se pueden obtener victorias parciales al mismo tiempo que se crean
las condiciones para el cambio profundo que postulamos y que necesita el país.
La fórmula es sencilla: asimilar las derrotas, resistir, avanzar, hacer y
levantarse, reincorporase, recomenzar, y así hasta la victoria.
El primero de
julio de 2023 festejamos aquel memorable día, pero de 2018, cuando la esperanza
triunfo y la transformación llegó.
Nosotros, el
pueblo soberano, estamos felices y respaldando a un líder, un luchador social;
de esos que nacen cada 100 años y que hoy, es Presidente de México.
Cierro esta
Nornilandia con sus palabras:
¡El pueblo!
¿Por quién
estamos aquí?
¡El pueblo!
¿A quién hay que
servirle primero?
¡El pueblo!
¿Con quién
transformar?
¡El pueblo!
¿En quién
confiar?
¡El pueblo!
¿Qué somos?
¡El pueblo!
¡Gracias pueblo!
¡Que viva la Cuarta Transformación!
¡Que viva México!
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!