@_BarbaraCabrera
“El
distintivo del neoliberalismo es la corrupción. La privatización ha sido
sinónimo de corrupción. El poder político y económico se han alimentado
mutuamente y se han robado las riqueza de
Andrés Manuel
López Obrador.
Toma de
protesta como Presidente de México. 1 de diciembre de 2018.
Durante más de tres décadas México estuvo cooptado por un
régimen neoliberal consolidado en los sexenios más recientes, con las reformas
estructurales de Enrique Peña Nieto, que lejos de mejorar la calidad de vida de
la ciudadanía resultó en un retroceso en el país, en diversos aspectos de la
vida pública por todos conocidos y padecidos como la creciente inseguridad, las
desapariciones forzadas, el alarmante incremento de la pobreza; un sistema
educativo simulado, el robo de combustible –conocido como huachicoleo-. La
falta de oportunidades, un andamiaje institucional obsoleto y corroído; entre
otras cuestiones, que tienen como denominador común a la corrupción.
Afortunadamente, vivimos tiempos
inéditos, estelares e interesantes. Desde el 1 de diciembre de 2018 está en
marcha
La Cuarta Transformación implica
poder ciudadano, revolución de conciencias, transformación pacífica y ordenada;
combate a la corrupción, un auténtico Estado de Derecho, genuina democracia;
honestidad como forma de vida y modo de gobierno; la construcción de un
consenso ético para reconstruir el tejido social; gobierno austero, que da
ejemplo de austeridad republicana; donde se da prioridad a los más necesitados,
esto es: por el bien de todos, primero los pobres; se fortalece el mercado
interno y la emigración es optativa y no por falta de oportunidades; además de la
cancelación de la reforma educativa y aquellas reformas estructurales que
pusieron sobre el país un letrero gigantesco y luminoso de “se vende”; una
nueva estrategia de seguridad; respeto a los derechos humanos; tratándose de
las relaciones internacionales se enarbola la no intervención, la
autodeterminación, así como la solución pacífica de las controversias.
No obstante no todo es
miel sobre hojuelas. ¿Por qué lo digo? debido a que en algunas entidades
federativas se advierten algunos residuos de aquel obsoleto, salvaje, vulgar, putrefacto, ramplón y decadente sistema que tanto daño
han ocasionado a través de los años. Por ahí podemos ver pataleando a algunos
de los damnificados de inminente extinción del neoliberalismo (Léase aquí
Aún debe insistirse en el
impostergable llamado de combatirlo para erradicarlo, para ello hay que saber
reconocerlo (Aquí
Entre los personeros que
ejemplifican esos resquicios de neoliberalismo que urge combatir se encuentran Felipe
Calderón a quien tal vez recuerden como el Comandante Borolas; a los curuleros
que permanecen y los que llegarán próximamente; esos “goberladrones” que persisten e insisten en
sus tropelías y el saqueo a manos llenas en sus estados, como es el caso de
Guanajuato, Tamaulipas, Jalisco, Nuevo León, Michoacán; por nombrar algunos.
Recientemente, Ricardo Anaya –a
quien tal vez recuerden como uno de los tantos que recibió “moches” para que
aprobarán sin chistar las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto-,
conocido hoy en día como Ricky Riquín Profuguín, lanzó un video en redes
sociales para inmolarse, declararse perseguido político y acusar –sin ningún
fundamento- al Presidente de orquestar dicha acción en su contra. La respuesta
del Presidente Andrés Manuel fue clara y contundente: “No tengo nada que ver
con la persecución que supone Ricardo Anaya. No es mi fuerte la venganza. Si
Definitivamente, esos
políticos neoliberales y sus escasos defensores no quieren entender que no
somos iguales.
Como bien lo afirma López
Obrador “hay que romper el molde con que se hacia la vieja política y hay que
hacer una nueva forma de hacer política. Es cambio de régimen”
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!