@BarbaraCabrera
“…El pueblo tiene, en todo tiempo, el
inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno…”
Artículo 39, Constitución Política de
los Estados Unidos mexicanos
Pues bien, de manera natural, cuando algo o alguien no
funciona en un engranaje se cambia o se prescinde de ello. No ocurre así en el
sistema jurídico mexicano, no hay manera de despedir a nuestros representantes
y gobernantes. Se trata de cargos irrenunciables, algunos de los cuales dejan a
través de solicitar licencia sea temporal o definitiva, lo cual obedece sobre
todo cuando aspiran a otro cargo.
Son varios los tweets,
correos y preguntas que me han planteado en los foros a donde me invitan para compartir
mis experiencias y conocimientos sobre tópicos parlamentarios, para saber más esta
figura; por lo que he decidido en esta Nornilandia opinar sobre ello.
La revocación de mandato, también conocida como
plebiscito revocatorio, es un mecanismo, propio de la democracia directa, a
través del cual los electores pueden destituir a quien ejerce un cargo de
elección popular antes de que concluya el periodo para el cual fue electo,
cuando su gestión no ha sido satisfactoria, siempre que se reúnan ciertos
requisitos constitucionales o legales.
Tiene como principales objetivos la rendición de
cuentas y la observación de la representatividad, y se constituye como un
derecho ciudadano.
Teóricamente son múltiples las causas por las cuales
sería idóneo convocar a una consulta revocatoria de mandato, que bien pueden
englobarse en tres grandes grupos: por pérdida de la legitimidad, por actos y
hábitos de corrupción y por violación de derechos humanos.
Es importante decir, que a través de las legislaturas,
suman en decenas las iniciativas presentadas para incorporar al texto
constitucional y reformas legales esta figura jurídica, solo que no se ha
logrado el consenso para sacarlas adelante, por lo que constituyen un legado
periodo tras periodo que aguardan en la congeladora legislativa.
Desde mi experiencia les diré que para implementar
este mecanismo, hay varios pasos a tomar en consideración, además por supuesto
de la necesaria voluntad de los legisladores para regularla; y son:
Paso 1. Conocimiento
de la labor legislativa ¿Es posible lograrlo? ¿Cómo tener o refrendar la
confianza a aquellos que no conocemos o que solo sabemos lo que dicen los
medios? Es una cuestión cultural, si la mayoría conoce de fútbol ¿porque no de
sus representantes y sus actividades? Para lograrlo, se puede hacer uso de la
transparencia, acceso a la información, redes sociales. Es necesario educar al
electorado.
Paso 2. Evaluación
legislativa ¿Cómo? (Aquí
mi propuesta inicial: Véase “Instrumentación de medios de evaluación del
desempeño del Poder Legislativo de los Estados Unidos mexicanos” http://bit.ly/1tic5P9
Paso 3. Rendición de cuentas, etapa previa e ineludible para tener
los elementos necesarios para el siguiente paso que se bifurca entre optar por
la revocación o reelegir.
Paso 4. Revocación
de mandato o bien una posible reelección
legislativa consecutiva En este sentido, ya se legisló para permitir la
posible reelección legislativa consecutiva (Al respecto sugiero leer mi artículo “Reelección Legislativa
Inmediata: en observación” para la sección Poderes Públicos de la Revista de Divulgación
Científica Quaestionis http://bit.ly/1mhpRwr
Mientras que la
revocación de mandato permanece ahí, sin cristalizarse, en un sempiterno
debate, así como en la agenda ciudadana y de algunos legisladores concientes de
su implementación.
Aunque algunos sectores podrían argumentar que la ejecución
de resta figura sería utilizada por la oposición para desestabilizar a los
gobiernos, estoy cierta de que se trata de un argumento simplista y
reduccionista, que denota los miedos gubernamentales de una ciudadanía bien
conformada, que toma sus propias decisiones.
Lo cierto es que en este México Neoliberal, las
condiciones para revocar el mandato están dadas por varias razones: pérdida de
confianza, mal manejo de las crisis económicas, ingobernabilidad en algunas
partes del país agravada por la guerra contra el narco, por la criminalización
a los movimientos sociales –no se olvide la #LeyBala-, entre otras. En
conjunto, estamos ante un fenómeno de desafección que inhibe la confianza a
cualquier acción de gobierno, nos vuelve, como lo dije hace algunas
Nornilandia, sospechosistas.
Concluyo diciendo “quien puede votar, puede revocar” La
cuestión es ¿La ciudadanía tiene la madurez para poner y quitar a su
gobernantes? ¿Algún día los legisladores incluirán este mecanismo a la
constitución y leyes relacionadas? ¿Poseemos la libertad democrática para
implementarla? Hagamos una introspectiva y reflexionemos.
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!