27 ene 2016

DEVALUACIÓN POLÍTICA

@BarbaraCabrera

“La vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema”
Woody Allen

La Real Academia Española [RAE], puntualiza que devaluación es la “acción y efecto de devaluar”. Y devaluar es “rebajar el valor de una moneda o de otra cosa, depreciarla”
Valga señalar algunos de sus sinónimos/ideas afines: desvalorizar, depreciar, rebajar, abaratar.
Recurrentemente en el mundo se habla de la devaluación reflejada en una economía en problemas que finalmente se refleja en la calidad de vida de sus habitantes. Justamente de este tipo, tratan con regularidad las noticias y los analistas, debido a que como lógicamente se palpa, es la causante principal [eso nos hacen creer] de los males que aquejan a un país y sus habitantes.
Tratándose de la palabra política, interesan las acepciones 8 y 9 proporcionadas por la RAE, que señalan: 8. Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos; y, 9. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo. [Pido al lector no perder de vista la acepción 9]
En esta tesitura, y como ya pudieron darse cuenta desde el título de esta Nornilandia, hoy hablaré de otro tipo de devaluación: la política; ese tipo que, como efecto dominó, altera todo lo que toca; y lo hace en todo el orbe.
Partamos del siguiente silogismo: Si devaluar es disminuir el valor, entonces un número importante de políticos enquistados en la palestra pública lo han logrado por mérito propio.
Los ejemplos de esta desvalorización pululan, en esta ocasión van 4 muestras:
·    Cuando los responsables de conducir las políticas públicas de este país se burlan de nosotros los ciudadanos minimizando la realidad imperante y aún más, construyendo “verdades históricas” que terminan por derrumbarse; es incuestionable el panorama de descomposición y punto de quiebra del binomio sociedad-gobierno, con todo lo que ello implica.
·   Cuando un político en aparente retiro “académico” y evidentemente señalado por saquear vulgarmente las arcas de la Entidad que gobernó -misma que “heredó” a su hermano- es exonerado en México y detenido en España, es preciso afirmar que estamos ante una evidente devaluación política.
·      Cuando cierto político local del antepasado -venido a tareas partidistas nacionales- se refiere a la elección 2018 como “la madre de todas batallas” sabemos que de no llenarnos de acciones, el panorama de esta devaluación política no pinta nada bien.
·        Cuando la actriz retirada ungida como “primera dama” lo mismo que presenta un disco dedicado a Mario Bergoglio [que en breve visitará México en su papel de papa Francisco]; es portada de esta semana [de nueva cuenta] en la revista del corazón ¡Hola! con el titular Ángelica Rivera la dama de oriente, reapareciendo de nueva cuenta en el escenario político-farandulero-gubernamental; sabemos que la política se ha transformado en politiquería.
Esta depreciación de la política va de la mano con el fenómeno de desafección que los ciudadanos tienen hacia las instituciones, gobernantes, funcionarios, políticos y política en general.
Definitivamente, en estos tiempos, los políticos ya no valen tanto como antes; o tal vez sí, si tomamos como parámetro que sus tropelías se conviertan en un “Museo a la corrupción” y las ganancias de acceder a ellos fueren regalías para el bien estar de los buenos ciudadanos, esos que lo son en toda la extensión de su connotación. [Como anécdota comparto que este lunes un usuario logró etiquetar en Google maps, “La Casa Blanca” de la prestanombres Angélica Rivera, como Museo de la corrupción; en Twitter la nota dio la vuelta al mundo en múltiples tweets, acompañado de su respectivo hashtag]
Vale la pena reflexionar ¿Hasta que punto somos co-responsables de esta debacle? Toda vez que una de las causas de este tipo de devaluación, es la mala memoria de los ciudadanos, aderezada con el cinismo de aquellos políticos que a pesar de ser señalados por actos de corrupción, aparecen y reaparecen sonrientes cual si estuvieran en campaña ¿hasta cuándo? Lo he dicho y lo reafirmo, hasta que la mayoría lo continúe permitiendo.
Empecemos por no permitir que se devalúe la política ejercida por los ciudadanos [recuérdese la acepción 9 de la RAE sobre política]; y, posteriormente -o de preferencia a la par- llenémonos de acciones para desterrar esa depreciación del espectro político-gubernamental que tanto daño han causado en este aún #MéxicoLindoyHerido
Es tiempo de intervenir en los asuntos públicos con nuestra opinión, con nuestro voto libre y razonado, o de cualquier otro modo.
Por hoy, es todo.
¡Hasta la próxima Nornilandia!