@BarbaraCabrera
Considerada esta obra por su autor como un “radiografía de un organismo enfermo, el Poder Legislativo”, este libro consta de 5 partes que son: los dueños del Congreso; la reelección consecutiva: contextos y pretextos; representación desvirtuada: un Congreso de oligarquías partidistas y cúpulas empresariales; la reforma aplazada: prácticas y costos de Congreso decimonónico y, la insoportable levedad del legislador: instantáneas de una estirpe. Así como un apartado especial denominado “una clase política insolvente frente a la reelección”, que con solo mencionar sus títulos podemos damos una idea de la importancia de leer y analizar el estudio presentado por Esteban David Rodríguez.
Aunado a lo anterior, se proporcionan 15 anexos que constituyen documentación valiosa para lo interesados en éste tipo de temáticas, que aborda temas como recórds parlamentarios, listado por familias, legisladores reelectos, entre otras cuestiones.
Existen varios ejes centrales que abarca esta obra, como los datos duros que advierten que en el periodo entre 1934 y 2000, se han reelecto 1,178 legisladores. De ellos, al menos un centenar ha vivido entre 12 y 30 años de las dietas parlamentarias. De acuerdo con la investigación efectuada por el autor, de los 848 senadores electos para un escaño en el Senado entre 1934 y 2000, 442 se han reelecto. En la Cámara de Diputados, de las 6,800 curules correspondientes al mismo periodo, 843 diputados se reeligieron.
La cuestión es ¿a quien representan los diputados y senadores mexicanos a inicios del siglo XXI?, pregunta con la que inicia el autor el apartado 3, el cual aporta datos reveladores de como nuestros legisladores, a lo largo de la historia supeditan el interés público a intereses particulares; es decir, la representación está desvirtuada, de ahí que exista un fuerte y marcado conflicto de intereses con algunos de los legisladores, cuestión que percibe la ciudadanía que se indigna ante tal situación.
Veamos algunos comentarios que el autor señala al respecto:
De todas las especies clasificables en la vasta genealogía política mexicana, la del legislador, y concretamente la del diputado, ocupa un espacio privilegiado en el desprecio colectivo, ganado con siglos de esfuerzo.
Su impopularidad no es producto de las campañas de descrédito que constantemente sufren, sino de la mala imagen forjada a lo largo de mucho tiempo por los propios legisladores y las prácticas de una clase política que lo mismo muda de partido que cambia de automóvil, perdiendo así credibilidad.
Los diputados mexicanos de principios del siglo XXI se presumen posmodernos, la mayoría tiene página de Internet, correo electrónico y un moderno sistema de votación digital. Cuentan también con un sistema de televisión que transmite las sesiones en vivo en circuito cerrado y, desde enero del 2000, en televisión por cable.
Desde el sexenio de José López Portillo tienen un recinto faraónico, moderno y funcional, el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Los anteriores comentarios necesariamente nos deben llevar necesariamente a la reflexión y actuar en consecuencia ¿cómo? Participando, desde las elecciones y durante todo el encargo de nuestros representantes.
Otro eje de esta investigación, consiste en la manera en que se dan las candidaturas en los tres principales partidos políticos; y, por ende, las curules:
El PAN ha concentrado buen número de sus legisladores en una cuantas familias. Por supuesto, las familias panistas tienen características muy distintas a las de los caciques priístas. A diferencia del cacique, cuyo origen era comúnmente incierto o en el mejor de los casos humilde, y es egresado de la “universidad de la vida” o de la zancadilla, la familia panista prototípica será ilustrada las más de las veces, con formación en colegios religiosos, orgullosos militantes de cofradías católicas, celosos de la decencia y el decoro validado en la medida en que se sepa de él. El cacique tendrá parentela. El panista, estirpe, prosapia. Para el cacique el capital político es propiedad personal, que ocasionalmente extiende a familiares o compadres, expandiendo así su dominio. Para el panista tradicional, el capital político será patrimonio familiar, transmisible únicamente a los usuarios del apellido. Mientras que el rasgo característico de los legisladores del PRD que se han reelecto es que lo han hecho por dos y hasta tres partidos. Esta es la percepción del autor y que sin duda, genera un interesante análisis y debate.
Lo que es verdaderamente innegable es que tras varios intentos en los últimos 20 años, el Poder Legislativo mexicano no ha conseguido consolidar un cuerpo de investigación legislativa profesional, apartidista y permanente, que fortalezca y acelere la argumentación de dictámenes e iniciativas para, de una vez por todas, liquidar el rezago legislativo y aumentar la calidad del debate y del producto parlamentario” este libro refiere como están conformados los cuerpos de asesores de los principales partidos políticos, así como la asesoría institucional.
Aunado a que la opinión generalizada, es que la calidad de nuestros representantes populares es enana debido a que la dependencia del Poder Ejecutivo, vigente hasta hace muy poco, (1997 específicamente) dejo fuertes reminiscencias; a la mediocre productividad propiamente legislativa, a su pésima reputación, y a la anquilosada estructura orgánica del Congreso.
Entre todos los argumentos sobresale el que arguye que el origen de la escasa estatura del Poder Legislativo es la falta de experiencia de los legisladores, merced a la prohibición constitucional de la reelección inmediata, situación que argumenta en uno de los apartados el autor y que constituye una parte valiosa en este estudio, y que será materia de otro artículo.
Culmino ésta reseña trayendo a colación parte de la nota introductoria de Esteban David, y con la que coincido totalmente:
“Los legisladores, que deberían de representar a los ciudadanos, los intereses de la mayoría, representan en realidad a la burocracia de sus partidos, a sus gremios, a sus familias o, llanamente, representan sus propios intereses financieros en un órgano que debería ser salvaguardada del interés general”
Lo cierto es que para que el Congreso deje de ser de una vez por todas un Congreso decimonónico, deben iniciarse y cristalizarse una serie de reformas que se han postergado a través del tiempo, para modernizar a este poder y ponerlo a la altura de su importancia y de los tiempos que vivimos.
Te estarás preguntando ¿Qué es lo que se puede hacer? ¿Qué propuestas existen para aminorar esta situación?, y comento que mi propuesta concreta consiste en evaluar el trabajo de los legisladores, a través de un instrumento constitucional que es el eje central de mi tesis de maestría y que expondré en próximos artículos.
Ficha: Los dueños del Congreso. El poder legislativo secuestrado por dinastías familiares y clanes del dinero
Esteban David Rodríguez
México, Grijalbo, 2004, 327 p.
ISBN 970-05-1753-5